Texas Instruments (TI) ha vuelto a ser noticia, y no precisamente por buenas razones. Sus acciones llegaron a caer más de un 8 % en el mercado tras publicar unas previsiones que los inversores calificaron de decepcionantes. La empresa anticipa que sus ingresos se situarán en torno a los 4.400 millones de dólares, con un beneficio por acción de 1,26 $. Estas cifras, inferiores a las estimaciones del consenso, reflejan una demanda más débil en los sectores que tradicionalmente impulsan sus ventas, como el industrial y el automotriz.
La compañía, considerada un barómetro de la salud del mercado de chips analógicos, reconoció que la recuperación de la demanda será más lenta de lo que esperaban. Esto ha reavivado las dudas sobre si el ciclo alcista de los semiconductores está realmente en marcha o si aún quedan meses de debilidad por delante. Los inversores interpretan esta advertencia como una señal de que el repunte del sector no será en forma de “V” rápida, sino más bien una recuperación pausada, marcada por la incertidumbre.
Uno de los factores que explican esta debilidad es el enfriamiento de la demanda en los mercados de automoción e industrial, dos áreas clave para Texas Instruments. A ello se suman otros elementos que complican el panorama: el exceso de inventarios acumulado durante los últimos trimestres, los mayores costes derivados de la expansión de su capacidad de producción en Estados Unidos y las tensiones comerciales entre Washington y Pekín, que siguen afectando al sentimiento del mercado.
Esta situación no solo afecta a TI. Cuando una empresa tan influyente lanza una advertencia de este tipo, el impacto se extiende al resto de fabricantes de chips analógicos, que dependen de los mismos clientes industriales y automotrices. Por eso, otras compañías del sector también registraron caídas, arrastradas por la preocupación de que el repunte del ciclo tecnológico pueda retrasarse más de lo esperado.
Para los inversores, el mensaje es claro: el momento de la recuperación es incierto. Aunque el sector de semiconductores sigue siendo esencial para el desarrollo tecnológico, no todos los segmentos se comportan igual. Mientras los chips destinados a inteligencia artificial y centros de datos mantienen un fuerte impulso, los semiconductores analógicos —más ligados a la industria tradicional— parecen avanzar con el freno echado.
Desde la perspectiva europea, esta noticia también tiene relevancia. Los fondos y empresas con exposición al sector tecnológico estadounidense podrían experimentar volatilidad, especialmente aquellos vinculados a la cadena de suministro de chips. Además, una ralentización prolongada puede tener efectos indirectos sobre sectores como el automovilístico o el industrial, pilares de la economía europea y española.
En resumen, la advertencia de Texas Instruments llega en un momento delicado para el mercado. Las expectativas de una recuperación rápida se desvanecen y el mensaje que deja la compañía es de prudencia. La desaceleración en los pedidos, los mayores costes de expansión y la incertidumbre geopolítica se combinan en un cóctel que exige cautela.

