Desde su fundación en diciembre de 2023, la DMAA agrupó compañías como Danone, Bel, Kraft Heinz y Lactalis, con el propósito de exigir a las empresas lácteas que midieran, reportaran y definieran planes públicos para reducir el metano en su cadena productiva. Nestlé formaba parte de ese núcleo fundador, que buscaba transformar la práctica agrícola mediante transparencia y presión colectiva.
Pero ahora Nestlé ha decidido salirse. En su comunicado dijo que evalúa regularmente sus asociaciones con organizaciones externas y, tras ese proceso, optó por retirarse de la DMAA. Al mismo tiempo ratificó su estrategia de continuar reduciendo gases de efecto invernadero, incluido el metano, como parte de su hoja de ruta hacia la neutralidad climática. La compañía también destaca que para fines de 2024 había logrado una reducción cercana al 21 % de sus emisiones de metano con respecto a 2018.
Esta ruptura ocurre en un contexto de escepticismo creciente hacia las iniciativas voluntarias en el mundo corporativo. Un informe reciente del grupo Changing Markets revisó la actuación de 20 grandes empresas lácteo-cafeteras y concluyó que muchas carecen de objetivos claros, planes robustos o transparencia real sobre sus emisiones metano. Sólo algunas, como Nestlé y Danone, han reportado reducciones, pero incluso esas acciones son cuestionadas por su nivel de detalle o fiabilidad.
La decisión de Nestlé puede tener efectos simbólicos y prácticos. Si uno de los grandes abandona una iniciativa bandera en sostenibilidad, el valor de esas alianzas se ve debilitado. Podría aumentar la presión sobre gobiernos para imponer regulaciones estrictas sobre metano agrícola, con estándares obligatorios, auditorías independientes y sanciones frente a incumplimientos.
Para Nestlé, este episodio representa un riesgo reputacional: su credibilidad ante inversores, consumidores y organizaciones ambientales podría verse afectada si no demuestra avances tangibles y verificables en la reducción de metano en su cadena de valor. Ya había alcanzado su objetivo de emisiones para 2025 por adelantado, en buena parte con recortes e iniciativas en proveedores. Pero ahora muchos críticos se preguntan si dependía demasiado de “remociones” de carbono (como proyectos agrícolas) más que de una transformación directa en la producción láctea.
La industria láctea global enfrenta un momento de inflexión. El metano es un gas excepcionalmente potente y de vida corta en la atmósfera, lo que lo convierte en un objetivo clave para mitigar el calentamiento en plazos relativamente cortos. En Latinoamérica, países como Paraguay ya discuten cómo reducir emisiones en su sector ganadero y lácteo mediante innovaciones, incentivos y cooperación regional.
En suma, la salida de Nestlé de la DMAA no es solo un paso corporativo: es una señal de que los grandes desafíos climáticos requieren algo más que buenas intenciones. La acción real ahora exige reglas claras, vigilancia constante y responsabilidad compartida para que los compromisos se traduzcan en resultados reales.

