El epicentro del desplome estuvo en Francia. El CAC 40 se dejó casi un 2 %, lastrado por el derrumbe de los grandes bancos nacionales, que lideraron las caídas en el sector financiero europeo. BNP Paribas, Société Générale y Crédit Agricole sufrieron fuertes pérdidas, golpeadas por la creciente percepción de riesgo político y económico.
La tensión no se limitó a la bolsa: la deuda francesa también se resintió. Los rendimientos de los bonos a 10 años repuntaron con fuerza, encareciendo la financiación del país y ampliando la brecha frente a los bonos alemanes. En los mercados de derivados, los seguros de impago (CDS) sobre deuda francesa subieron, reflejando el aumento de la desconfianza de los inversores.
En el resto de Europa, el índice STOXX 600 retrocedió un 0,4 %, interrumpiendo la racha alcista que venía acumulando desde finales de septiembre. La incertidumbre procedente de París contagió al ánimo de los inversores, especialmente en sectores sensibles como el bancario y el de bienes de consumo. En este último, el fabricante francés de electrodomésticos SEB se desplomó más de un 20 % tras recortar sus previsiones anuales, confirmando el mal momento para las empresas con exposición al mercado doméstico.
Pese al nerviosismo, algunos analistas mantienen una visión más templada. Desde firmas internacionales se sugiere que, a medio plazo, estas correcciones podrían abrir oportunidades selectivas de compra, especialmente si la volatilidad se reduce y los fundamentos empresariales se mantienen sólidos. Con las valoraciones europeas en niveles atractivos y un posible alivio monetario en el horizonte, el mercado podría encontrar suelo si el panorama político francés se estabiliza.
Por ahora, la prudencia es la consigna dominante. La política ha vuelto a situarse en el centro de la escena y los inversores prefieren observar antes de arriesgar. El desenlace en Francia marcará el rumbo del mercado europeo en las próximas semanas: o bien se confirma como un bache puntual o se convierte en el inicio de una fase más prolongada de incertidumbre.
La inestabilidad política francesa ha golpeado con fuerza a las bolsas europeas, recordando que la confianza del mercado se construye más rápido de lo que se recupera. Si París consigue encauzar la crisis y formar un gobierno estable, las caídas podrían verse como una oportunidad. Pero si el desconcierto se prolonga, el continente podría entrar en una etapa de cautela prolongada, con los inversores moviéndose al ritmo de los titulares políticos.

