El mercado, sin embargo, mira más allá de las cifras británicas. Las apuestas a que la Reserva Federal de Estados Unidos adoptará un tono más flexible este año están debilitando al dólar. El índice DXY, que mide su desempeño frente a otras divisas, retrocede hacia mínimos semanales, impulsando al par GBP/USD cerca de los 1,3440 dólares.
Por su parte, la producción industrial británica creció un 0,4 % en agosto, mientras que la manufacturera avanzó un sólido 0,7 %. Estos resultados aportan algo de oxígeno a la economía, aunque los analistas advierten que la mejora podría ser temporal ante la desaceleración del empleo y la persistencia de una inflación cercana al 4 %.
En el plano monetario, aumentan las especulaciones de que el Banco de Inglaterra podría plantearse nuevos recortes de tipos si el mercado laboral sigue enfriándose. El desempleo subió al 4,8 %, y la presión sobre el Gobierno para ajustar el gasto se intensifica a medida que se acerca la presentación del presupuesto de otoño.
Mientras tanto, el contexto internacional añade tensión: las relaciones comerciales entre EE. UU. y China vuelven a enfriarse y la administración estadounidense estudia nuevos aranceles a Pekín, lo que añade incertidumbre al mercado de divisas.
La libra, no obstante, resiste mejor que sus principales pares europeos gracias a la combinación de una política monetaria aún restrictiva y la debilidad del dólar. Los inversores seguirán atentos a las próximas cifras de inflación y a cualquier señal del Banco de Inglaterra sobre su hoja de ruta para 2026.

