La industria de la minería de Bitcoin, que durante años se centraba casi exclusivamente en extraer bloques mediante máquinas ASIC, enfrenta una doble presión: por un lado la reducción de la recompensa tras el halving de abril de 2024 (que llevó la recompensa por bloque a 3,125 BTC) y por otro el aumento de costes operativos, energía, refrigeración y dificultad del hashrate. Ante este escenario, muchas compañías mineras han adoptado una estrategia audaz: endeudarse para actualizar equipos y, al mismo tiempo, diversificar su negocio hacia la computación de alto rendimiento (HPC) y los servicios de inteligencia artificial.
Según el informe «Bitcoin ChainCheck» de VanEck, esta deuda creció en un año desde los 2.100 M USD hasta los 12.700 M USD. Sin inversiones continuadas en hardware moderno, explican, la cuota de hash de un minero baja y con ello la parte de Bitcoin que recibe. Este “problema del cubito de hielo que se derrite” describe cómo sin renovación el negocio minera se erosiona lentamente.
¿Qué está haciendo el sector con esta deuda? Muchos de los fondos se destinan a infraestructuras de IA/HPC: adquisición de terrenos, energía, refrigeración, GPUs, centros de datos. Empresas como Hive Digital Technologies ya comunican que buscan ingresos de 100 M USD anuales por servicios de computación de alto rendimiento mientras mantienen su actividad minera. Parte de la lógica es que los centros de minería tienen ya muchos de los elementos que demanda la IA: gran consumo energético, acceso a infraestructuras y terrenos, lo que les da una ventaja para servir como centros de datos híbridos.
Para la red de Bitcoin el giro hacia IA/HPC no parece amenazar la seguridad del protocolo: los analistas señalan que aprovechar la energía para IA sigue siendo complementario a la minería y puede incluso reforzar la capacidad de los mineros para operar. Pero para el inversor esto implica que la clásica métrica de “cuántos Bitcoins extrae una empresa” no es ya el único indicador: ahora también importa qué contratos de IA ha firmado, cuál es su nivel de deuda, qué capacidad de computación adicional tiene y cómo gestiona esa diversificación.
Este momento de cambio también presenta peligros: asumir una gran deuda con la expectativa de que los ingresos de IA/HPC se materialicen es arriesgado. Si la transición se queda coja, o la competencia resulta más dura de lo esperado, el efecto puede ser negativo. De ahí la importancia de que los inversores investiguen la pista de ejecución de cada empresa, no solo su discurso estratégico.
Conclusión
Estamos ante un nuevo capítulo en la historia de la minería de Bitcoin: ya no se trata únicamente de extraer bloques, sino de convertirse en plataformas de computación para IA y alto rendimiento. El aumento espectacular de la deuda refleja tanto la urgencia de adaptarse como la ambición de capturar una parte del boom tecnológico que viene.

