IREN lleva meses moviendo ficha de forma silenciosa, pero efectiva. Lo que comenzó como un proyecto experimental para aprovechar su infraestructura energética ahora se ha convertido en una estrategia consolidada. La empresa ha duplicado su capacidad de computación con más de 23.000 GPUs activas, lo que le permitirá generar ingresos superiores a los 500 millones de dólares anuales a partir de 2026 solo con su división de inteligencia artificial.
Su transición ha sido rápida. En apenas un año, pasó de ser una minera dependiente del precio de Bitcoin a una compañía con dos pilares sólidos: minería y servicios en la nube de IA. Esa diversificación ya se refleja en sus resultados financieros. IREN cerró su último ejercicio con ingresos récord de 501 millones de dólares y una utilidad neta de 176,9 millones, marcando su primer año claramente rentable.
Uno de los hitos que más ha impulsado su nueva narrativa es su reciente designación como “Preferred Partner” de Nvidia, el gigante de los chips. Esto le garantiza acceso prioritario a tecnología de vanguardia y le posiciona en un lugar privilegiado dentro del creciente mercado de cómputo de alto rendimiento. En un entorno donde la demanda de procesamiento para IA crece exponencialmente, tener hardware de última generación es una ventaja estratégica que pocos pueden permitirse.
Sin embargo, el éxito no está garantizado. IREN entra a competir con titanes como Amazon, Microsoft o Google, que dominan el mercado de la nube. Además, el hardware de IA se renueva con rapidez, y lo que hoy es punta de lanza puede quedar obsoleto en cuestión de meses. Su negocio también sigue expuesto a la volatilidad del Bitcoin y a la fluctuación de los costes energéticos, dos factores que históricamente han condicionado sus márgenes.
Los inversores, de momento, se muestran optimistas. La acción subió casi un 10 % tras conocerse la firma de los contratos, y algunos analistas estiman que podría tener todavía un recorrido al alza de más del 80 %. No obstante, el mercado será exigente: mantener el crecimiento, ejecutar correctamente los acuerdos y seguir siendo rentable será clave para justificar su valoración actual.
IREN está demostrando que el futuro de las criptomonedas y la inteligencia artificial no son caminos separados, sino complementarios. Si logra consolidarse en ambos mundos, podría convertirse en el ejemplo más claro de cómo un antiguo minero de Bitcoin puede evolucionar hacia un modelo de infraestructura tecnológica de nueva generación.

