Los medicamentos para adelgazar de nueva generación, conocidos como GLP-1, están cambiando el comportamiento alimentario de millones de personas. Al reducir el apetito por los dulces y productos ricos en azúcar, han provocado una caída palpable en la demanda del mercado. Cerca del 9 % de los estadounidenses utiliza actualmente estos fármacos, y los efectos en la industria alimentaria ya se sienten con fuerza.
A este fenómeno se suma el impacto político de la estrategia Make America Healthy Again (MAHA), impulsada por el Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr. Su mensaje es claro: combatir el azúcar y los alimentos ultraprocesados. Los informes oficiales del programa MAHA mencionan los “azúcares añadidos” como uno de los principales culpables de la crisis sanitaria nacional, y ese discurso se traduce en presión regulatoria y en una menor tolerancia del consumidor hacia el producto.
Para los agricultores, la situación es crítica. Este año se han sembrado las menores hectáreas de remolacha desde 1982. En California, una de las plantas procesadoras más antiguas cerrará tras su última campaña, incapaz de soportar la combinación de precios bajos, costes elevados y un mercado que se encoge. Los productores, atrapados en contratos cooperativos, deben seguir cultivando incluso cuando sus ingresos no cubren los gastos.
Aunque Estados Unidos mantiene subsidios y aranceles que históricamente protegieron al sector, esas barreras ya no bastan. Cuando el problema viene por la demanda, ni la política agrícola ni los mecanismos de protección pueden revertir el golpe.
La caída de la remolacha azucarera simboliza algo más profundo: un cambio estructural en la economía alimentaria. La revolución farmacéutica y el discurso sanitario están transformando no solo cómo se alimenta la gente, sino también qué materias primas seguirán siendo rentables. Para los inversores y analistas de materias primas, este episodio deja una lección clara: la próxima gran disrupción no vendrá de una crisis energética ni de una guerra comercial, sino del plato del consumidor.

