El avance del oro parece imparable. Solo en octubre acumula una subida cercana al 10 %, y en lo que va de año su revalorización supera el 60 %. Los inversores están huyendo del riesgo, y la incertidumbre en torno a la economía estadounidense ha reforzado la búsqueda de seguridad en el metal precioso.
El detonante fue la decisión de Washington de aplicar aranceles del 100 % a todas las importaciones chinas a partir de noviembre, en respuesta a las restricciones de Pekín sobre la exportación de tierras raras. La reacción del mercado fue inmediata: los inversores corrieron hacia los activos más seguros, elevando el precio del oro a cotas nunca vistas.
A esta tensión comercial se suma el prolongado cierre del Gobierno estadounidense, que ya afecta a miles de empleados públicos y genera pérdidas estimadas en más de 15.000 millones de dólares por semana. El estancamiento político en el Congreso y la falta de consenso presupuestario están dañando la confianza en la economía más grande del mundo.
Mientras tanto, la Fed se enfrenta a una presión creciente. Los mercados descuentan casi con total seguridad dos recortes de tipos antes de final de año, con reuniones clave a finales de octubre y diciembre. La caída de los rendimientos de los bonos del Tesoro y la debilidad del dólar están reforzando aún más la posición del oro como activo estrella del momento.
Los grandes bancos también se muestran optimistas. Bank of America prevé que el oro podría alcanzar los 5.000 USD por onza en 2026, mientras que Goldman Sachs sitúa su objetivo en 4.900 USD. Incluso entidades más conservadoras, como ANZ Bank, han elevado sus previsiones hasta los 4.400 USD para finales de 2025.
Desde el punto de vista técnico, el impulso alcista del oro sigue sólido. El metal se mantiene cómodamente por encima de sus medias móviles de corto y largo plazo, y aunque los indicadores muestran niveles de sobrecompra, el mercado no da señales de agotamiento. El soporte inmediato se sitúa en torno a los 4.200 USD, mientras que los 4.150 USD marcan la zona clave a vigilar si se produjera una corrección.
En este contexto, el oro se ha consolidado como el gran ganador de 2025. Su tendencia ascendente parece respaldada tanto por factores económicos como geopolíticos, y aunque no se descartan correcciones puntuales, la dirección de fondo sigue siendo claramente alcista.
Conclusión
El mercado del oro vive un momento histórico. La combinación de incertidumbre económica, política monetaria más flexible y tensiones internacionales ha creado el entorno perfecto para que el metal precioso siga escalando. Para los inversores y traders, la clave será identificar los momentos de respiro en el precio como oportunidades de entrada dentro de una tendencia que, de momento, no muestra señales de agotamiento.

