La calma parece haber regresado a París después de unas semanas de tensión. El primer ministro francés ha conseguido mantener su cargo tras sobrevivir a dos mociones de censura, disipando temporalmente el riesgo político. Esta estabilidad institucional ha devuelto algo de confianza a los inversores, que ven en el euro un refugio más estable frente a la volatilidad británica. Sin embargo, la decisión del Gobierno de aplazar la reforma de las pensiones mantiene dudas sobre la sostenibilidad fiscal del país a medio plazo.
Al otro lado del canal, el panorama es más complicado. En el Reino Unido, los últimos datos muestran un aumento del desempleo y una ralentización de los salarios, señales claras de que la economía comienza a enfriarse. A ello se suman las crecientes expectativas de que el Banco de Inglaterra se vea obligado a recortar los tipos de interés más pronto de lo previsto, lo que resta atractivo a la libra. Además, el mercado teme que el nuevo presupuesto de otoño incluya subidas de impuestos para frenar el déficit, una medida que podría frenar aún más el consumo y la inversión.
En el terreno técnico, el EUR/GBP se mantiene dentro de un rango ajustado entre 0,8650 y 0,8750, sin una dirección clara a corto plazo. Un avance sostenido por encima de los 0,8750 podría abrir la puerta a nuevas subidas hacia 0,8780, mientras que una caída bajo 0,8650 reforzaría la presión bajista sobre el euro. De momento, los operadores optan por la prudencia, a la espera de nuevas señales económicas o políticas.
El equilibrio entre ambas divisas parece frágil. Francia gana tiempo y cierta estabilidad, mientras el Reino Unido se enfrenta a un panorama de crecimiento débil, déficit alto y presión fiscal creciente. Todo apunta a que el euro podría seguir encontrando apoyo frente a una libra que lucha por mantener su terreno en un contexto cada vez más incierto.

