La semana arrancó con sobresaltos tras conocerse que Zions Bancorp registró pérdidas millonarias en su cartera de préstamos, lo que generó un desplome inmediato en sus acciones. Poco después, Western Alliance se vio envuelto en un caso judicial por presunto fraude de uno de sus prestatarios. Ambos episodios han desatado temores sobre la calidad crediticia del sistema bancario regional estadounidense, un tema especialmente sensible desde la crisis de 2023.
El nerviosismo no tardó en trasladarse a los mercados. Las bolsas estadounidenses sufrieron retrocesos, especialmente los valores financieros, mientras los inversores redirigían su dinero hacia activos considerados más seguros. El oro alcanzó nuevos máximos, mientras que el yen japonés y el franco suizo avanzaron con fuerza frente a las principales divisas.
A pesar de su papel tradicional como refugio, el dólar mostró un comportamiento dispar. La divisa estadounidense se fortaleció frente a algunas monedas emergentes, pero perdió terreno frente a otras consideradas refugio. Esta falta de dirección refleja la confusión generalizada entre los traders, que no logran encontrar señales claras sobre el rumbo económico en los próximos meses.
En el mercado de bonos, los rendimientos del Tesoro estadounidense cayeron, lo que suele interpretarse como una huida hacia la seguridad. Los inversores descuentan la posibilidad de que la Reserva Federal adopte un tono más moderado si el sistema financiero muestra nuevos signos de tensión.
Para los operadores de divisas, este escenario requiere prudencia. Los movimientos bruscos del mercado evidencian que cualquier noticia negativa puede alterar el equilibrio en cuestión de minutos. En este contexto, operar con gestión de riesgo, diversificar posiciones y mantener un ojo en las próximas declaraciones de la Fed se vuelve esencial.
El mercado global vuelve a recordar que la confianza es frágil y que, cuando la banca regional de EE. UU. tiembla, las ondas se sienten en todo el mundo.

