Durante los últimos meses, el comportamiento del dólar ha dejado claro que ya no responde como antes a los episodios de tensión en los mercados. En lugar de fortalecerse cuando los inversores buscan seguridad, su cotización ha mostrado un patrón más errático, a veces incluso cayendo junto con los activos de riesgo. Esta tendencia preocupa a las grandes gestoras, que comienzan a considerar que el atractivo del dólar como “refugio automático” se está desvaneciendo.
Desde la óptica de Morgan Stanley, esta pérdida de fuerza tiene varias raíces. En primer lugar, la Reserva Federal se encuentra cada vez más cerca de iniciar un ciclo de recortes. El banco estadounidense estima que podría recortar hasta 175 puntos básicos de aquí a 2026, lo que reduciría el diferencial de tasas frente a otras economías avanzadas. En la práctica, eso implica que mantener dólares dejará de ofrecer la rentabilidad extra que durante años atrajo a los inversores internacionales.
En segundo lugar, la convergencia de políticas monetarias entre las principales economías también juega en contra del dólar. Europa y Japón están mostrando señales de mayor estabilidad y recuperación, mientras que algunos países emergentes mantienen tasas más atractivas. Este reequilibrio global está empujando a los grandes fondos a diversificar sus carteras, reduciendo su exposición al billete verde.
A ello se suma un fenómeno menos visible, pero con gran impacto: el aumento de coberturas cambiarias (hedging) por parte de inversores institucionales extranjeros. Estas coberturas implican vender dólares en los mercados de futuros para protegerse de posibles depreciaciones, lo que genera una presión bajista adicional sobre el tipo de cambio. Es decir, los propios flujos financieros están acelerando el debilitamiento que antes parecía impensable.
Históricamente, en momentos de crisis o tensiones geopolíticas, el dólar solía apreciarse de inmediato. Era el activo que todo el mundo quería tener cuando los mercados se tambaleaban. Pero esa dinámica parece haberse roto. En los últimos episodios de volatilidad, el oro y algunas divisas europeas han sido los grandes receptores de capital. El metal precioso, de hecho, ha alcanzado nuevos máximos históricos, mientras el dólar apenas logra mantener el tipo.
Los analistas del banco americano proyectan que el índice dólar podría situarse en torno a los 91 puntos hacia mediados de 2026, una cifra que reflejaría una caída acumulada cercana al 9 %. Para los pares más relevantes, el escenario también es claro: el euro podría alcanzar los 1,25 dólares, el yen fortalecerse hasta los 130 por dólar y la libra esterlina acercarse a 1,45. Estos niveles, de concretarse, marcarían un cambio estructural en la dinámica del mercado Forex.
La pérdida de protagonismo del dólar no sólo se percibe en los gráficos. También los bancos centrales están ajustando sus reservas internacionales. Según datos recientes del Fondo Monetario Internacional, el peso del dólar en las reservas globales ha descendido de cerca del 65 % en 2016 al entorno del 57 % en 2024. Cada punto porcentual menos representa miles de millones de dólares que se mueven hacia otras monedas, principalmente el euro y el yuan.
Aun así, el panorama no está exento de incertidumbres. Si la economía estadounidense mostrase una fortaleza inesperada, o si algún evento global generara pánico, es probable que el dólar recupere temporalmente su atractivo. La confianza en los bonos del Tesoro sigue siendo sólida, y su profundidad de mercado no tiene equivalente. Sin embargo, la tendencia de fondo parece clara: el mundo se está desacoplando lentamente del dominio absoluto del dólar.
Para los traders y analistas de divisas, este momento representa tanto un riesgo como una oportunidad. Un dólar en declive obliga a replantear estrategias: revisar coberturas, buscar exposición en divisas que se beneficien de un entorno más equilibrado y, sobre todo, abandonar la vieja idea de que el dólar es infalible. Los próximos meses serán clave para confirmar si estamos ante un ajuste temporal o frente a un cambio de era en el sistema monetario global.

