La historia comienza con un movimiento poco habitual: la Novo Nordisk Foundation, mayor accionista de Novo Nordisk, ha decidido ponerse al frente del diseño del consejo de administración. Ha propuesto que su propio presidente, Lars Rebien Sørensen —ex CEO de Novo— asuma la presidencia del órgano hasta tres años, en sustitución de Helge Lund, quien dejará el cargo junto con seis miembros independientes que no se presentarán a reelección. Esta decisión llega en medio de tensiones sobre la velocidad del cambio que la fundación estima que debe acometer la empresa.
Para el mercado, esta señal ha sido clara: la estabilidad ya no es suficiente. En el año en curso, la acción de Novo Nordisk ha perdido alrededor del 45 % de su valor, y el desplome se ha intensificado con la noticia de la reestructuración. Esta caída no solo representa números rojos: es una advertencia del mercado ante una compañía que liderava un nicho “estrella” (medicamentos GLP-1 para obesidad y diabetes) y que ahora debe demostrar que puede mantener su ventaja competitiva.
El momento para el cambio parece elegido con precisión: en agosto fue nombrado nuevo consejero delegado Maziar Mike Doustdar, y la compañía había recortado hace poco su previsión de crecimiento para 2025, lo cual avivó las dudas de los inversores. Ahora la fundación ha dado un paso más al cuestionar el funcionamiento del consejo, observando que la experiencia y la velocidad son ahora factores críticos más allá del producto.
Desde el punto de vista de estrategia corporativa, esta renovación puede marcar un giro hacia una nueva fase para Novo Nordisk. El foco se proyecta cada vez más hacia el mercado estadounidense, hacia la relación directa con el consumidor (y no sólo con prescriptores o médicos) y hacia una mayor agilidad operativa. Ese cambio requiere que el órgano de gobierno esté alineado con esa ambición: por eso, se plantea que entren nuevos consejeros.
Para los inversores que operan desde España o Europa, esta situación es una oportunidad y un aviso. Oportunidad porque una compañía con posición dominante habitualmente puede, tras ajustes, recuperar terreno. Aviso porque cuando se cuestiona la gobernanza, el riesgo de ejecución —es decir, que la estrategia no se materialice— se incrementa. Así que conviene estar atento a señales como nuevas proyecciones financieras, logros operativos en EE.UU., pipelines de nuevos medicamentos o adquisiciones estratégicas.

