El avance de Bitcoin responde a una conjunción de factores. Las reservas en los exchanges se encuentran en mínimos de seis años, lo que indica que muchos inversores prefieren mantener sus monedas a largo plazo fuera del alcance de ventas rápidas. Paralelamente, los fondos institucionales continúan aumentando su exposición a través de los ETFs de Bitcoin, consolidando una demanda más estable y profesionalizada.
El contexto macro también juega un papel fundamental. El shutdown del Gobierno estadounidense ha detenido la publicación de datos clave como el empleo o la inflación, dejando a la Reserva Federal sin visibilidad clara sobre el rumbo económico. Ante esa parálisis, el mercado se mueve con expectativas de recortes de tipos más rápidos, lo que tiende a debilitar al dólar y empuja a Bitcoin a niveles históricos.
Ethereum, por su parte, ha sabido aprovechar parcialmente el impulso de BTC, aunque sin mostrar todavía una ruptura definitiva de su rango. Los analistas apuntan a que si consigue consolidarse por encima de resistencias cercanas, podría acompañar con fuerza la tendencia. En cambio, XRP y ADA no logran escapar de la lateralidad: los movimientos son más cautelosos y las resistencias técnicas aún pesan demasiado.
La lectura general del mercado es clara: Bitcoin domina la narrativa y actúa como “refugio cripto” frente a la incertidumbre institucional. Pero el resto de las altcoins necesitan un catalizador adicional —ya sea regulatorio o técnico— para no quedarse rezagadas.
Aun así, el sentimiento general sigue siendo positivo. Si la situación política en EE. UU. se prolonga y el dólar continúa debilitándose, no sería extraño ver a Bitcoin apuntar a nuevos máximos antes de que finalice el año. Mientras tanto, los traders siguen atentos a Ethereum como la gran alternativa y a posibles rebotes en XRP y ADA en los próximos días.

