Los ingresos del tercer trimestre rondaron los USD 11.500 millones, lo que representa una subida del orden del 17 % respecto al mismo periodo del año anterior. Esa vía de crecimiento es lo que todos quieren ver. Sin embargo, la guía para el cuarto trimestre —alrededor de USD 11.960 millones— no ha generado el entusiasmo del mercado, porque sencillamente no se aleja lo suficiente de las expectativas para justificar el elevado precio de la acción.
Y hay un elemento que ha avivado la alarma: un cargo inesperado por unos USD 619 millones derivado de una disputa fiscal en Brasil. Ese gasto no era algo ampliamente descontado y ha resultado en un impacto directo sobre los márgenes operativos. En otras palabras: se facturan más dólares, pero una parte se queda en pedir explicaciones sobre “qué va a venir ahora”.
Desde España, o para quienes invertimos con una mentalidad global pero un ojo en Europa, esto nos deja varias lecciones. Primero: cuando una empresa cotiza a un múltiplo elevado, no basta con crecer: hay que superar lo que el mercado ya espera. Segundo: los costes y los factores externos (impuestos, divisas, regulación) importan tanto como los números principales. Tercero: los mensajes de futuro importan —un buen trimestre pasado ya está descontado, lo que cuenta es qué viene y cómo se percibe.
Aunque Netflix mantiene una estructura de negocio en evolución —subidas de precios, expansión internacional, modelo de anuncios—, esta combinación de resultados y previsión tibia muestra que el mercado premia más las sorpresas positivas que el crecimiento lineal cuando el listón está alto.
En conclusión,Netflix está haciéndolo bien, pero no lo suficientemente bien para justificar una valoración agresiva sin margen de error. Si tienes en tu radar compañías de crecimiento global, este episodio deberías verlo como un aviso. No se trata de huir, sino de entrar con los ojos abiertos: ¿las expectativas están racionalizadas? ¿El riesgo extra está bien medido? Porque cuando los resultados no sorprenden, la bolsa castiga rápido.

