El documento, que servirá como base para la próxima cumbre siderúrgica convocada por el canciller Friedrich Merz, plantea una política industrial basada en tres ejes: la creación de un sistema de cuotas y aranceles ajustables, la adopción de una estrategia de “compra europea” para priorizar el acero producido en la UE y un control más estricto sobre las importaciones indirectas de acero ruso que llegan a través de Turquía u otros países intermedios. El objetivo no es cerrar fronteras, sino garantizar que la competencia internacional se rija por condiciones justas y equilibradas.
El movimiento del SPD no es aislado. Bruselas ya ha comenzado a reforzar su política comercial para frenar el exceso de acero barato procedente del extranjero. En marzo, la Comisión Europea redujo la tasa de liberalización de importaciones del 1 % al 0,1 % y eliminó la posibilidad de trasladar cuotas no utilizadas, endureciendo así las condiciones para los importadores. Además, se espera que la próxima semana se anuncien nuevas medidas que recorten las cuotas de entrada casi a la mitad y eleven los aranceles hasta el 50 % en los volúmenes que superen los límites permitidos.
Estas iniciativas responden a un contexto de presión creciente sobre el acero europeo, una industria que se enfrenta a costes energéticos elevados, caída de la demanda interna y una competencia internacional cada vez más agresiva. Grandes grupos como ArcelorMittal y ThyssenKrupp han advertido de que, sin una política comercial sólida, Europa corre el riesgo de perder su independencia industrial y miles de puestos de trabajo cualificados.
La propuesta del SPD busca dar una respuesta estructural a ese desafío. Pretende no solo proteger el acero, sino también impulsar la transición hacia un modelo más sostenible y digital, donde la producción baja en emisiones de carbono sea el nuevo estándar competitivo. Alemania, al liderar este cambio, podría marcar la pauta de una nueva política industrial europea basada en la resiliencia, la sostenibilidad y la soberanía económica.
Conclusión
El debate está servido. La ofensiva alemana no solo redefine el papel de la Unión Europea en el comercio global, sino que también plantea una cuestión clave: ¿puede Europa seguir compitiendo sin defender sus industrias estratégicas? Lo que está claro es que, si la propuesta prospera, el acero podría convertirse en el primer gran símbolo del nuevo proteccionismo inteligente europeo.

