El Reserve Bank of Australia (RBA) decidió mantener su tasa de interés en el 3,60 %, aunque dejó claro que no pasará por alto las presiones inflacionarias. Desde Sídney, su mensaje fue directo: la inflación sigue siendo un desafío, y un relajamiento prematuro de la política monetaria podría poner en riesgo los avances logrados en estabilidad de precios. Esa advertencia fue suficiente para reforzar la confianza de los inversores en el dólar australiano, que reaccionó con una apreciación inmediata frente al billete verde.
Mientras tanto, la Reserva Federal de Estados Unidos ha comenzado a suavizar su discurso. Las expectativas del mercado apuntan ahora a que la Fed podría reducir el ritmo de sus ajustes o incluso pausar antes de lo previsto, ante señales de enfriamiento en el consumo y en el mercado laboral estadounidense. Este giro “dovish” ha debilitado la posición del dólar, reduciendo su atractivo frente a divisas que ofrecen mejores perspectivas de rentabilidad, como el AUD.
El resultado es un panorama favorable para el AUD/USD, que se consolida por encima de niveles técnicos clave y muestra un sesgo alcista en el corto plazo. Los inversores siguen de cerca los próximos informes de inflación en Australia y las cifras de empleo en Estados Unidos, que podrían definir el próximo movimiento del par.
Aunque el dólar australiano disfruta de un impulso sólido, los analistas advierten que el recorrido alcista dependerá de que los datos macroeconómicos mantengan la narrativa actual. Si la inflación australiana se mantiene elevada y la Fed continúa moderando su tono, el par podría extender su avance. Sin embargo, un dato sorpresivo en EE. UU. podría frenar el entusiasmo y devolver el protagonismo al dólar estadounidense.
En definitiva, el mercado de divisas vuelve a girar en torno al equilibrio entre inflación y política monetaria. Por ahora, Australia gana la partida con un banco central que mantiene el pulso firme, mientras que Estados Unidos comienza a mostrar signos de fatiga en su ciclo restrictivo.

