El panorama actual en el mercado de divisas está marcado por el miedo y la cautela. Los inversores vuelven a apostar por el dólar estadounidense, impulsado por la búsqueda de seguridad en medio de un contexto internacional inestable. Los conflictos en Oriente Medio, las dudas sobre el crecimiento en China y la persistencia de la inflación han reforzado la percepción de que la divisa norteamericana sigue siendo el activo más fiable. Mientras tanto, el euro se debilita lentamente, incapaz de recuperar la zona de 1,07 dólares y amenazando con perder el soporte clave de los 1,06.
El dato que ha encendido las alarmas en Europa proviene de Alemania. Según las cifras publicadas por Destatis, la inflación del país aumentó un 2,5% interanual en septiembre, superando el 2,3% del mes anterior. Aunque el incremento pueda parecer moderado, rompe la tendencia de enfriamiento que el BCE observaba con esperanza en los últimos meses. Además, la inflación subyacente, que excluye alimentos y energía, se mantiene por encima del 3%, lo que refuerza la idea de que la presión sobre los precios todavía no se ha disipado.
Para el Banco Central Europeo, este dato complica aún más la situación. La institución dirigida por Christine Lagarde debe equilibrar la lucha contra la inflación con el riesgo creciente de una desaceleración económica. La actividad manufacturera en Alemania continúa mostrando debilidad, y el consumo interno no termina de recuperarse. Con este escenario, una subida adicional de tipos parece descartada, pero también lo está, de momento, una bajada. Los analistas creen que el BCE optará por esperar varios meses antes de iniciar cualquier movimiento, probablemente hacia la primavera de 2025.
El dólar, en cambio, se mantiene firme gracias a unos rendimientos de los bonos del Tesoro que siguen elevados y a una economía estadounidense más resistente de lo esperado. Este contraste entre la fortaleza de Estados Unidos y la fragilidad europea se ha convertido en el motor principal del tipo de cambio. El par EUR/USD cotiza en torno a 1,0650, con riesgo de nuevas caídas si la volatilidad global se incrementa o si los próximos datos de la eurozona decepcionan.
En el plano técnico, la estructura del par sigue siendo bajista. El soporte inmediato se sitúa en los 1,0620, seguido del nivel psicológico de 1,06, donde podría aparecer algo de demanda. Por encima, la resistencia más importante se mantiene en 1,0720, nivel que ha frenado los intentos de recuperación en repetidas ocasiones. Mientras el euro no consiga superar esa barrera, el riesgo de nuevas caídas continuará sobre la mesa.
Los operadores de corto plazo mantienen una postura prudente. Las estrategias más comunes siguen siendo de venta en los repuntes, aprovechando la fortaleza del dólar y el contexto de incertidumbre. La volatilidad se mantiene contenida, pero podría aumentar en los próximos días si el BCE o la Reserva Federal ofrecen nuevas pistas sobre el rumbo de su política monetaria.
A corto plazo, el euro parece condenado a seguir en segundo plano frente a un dólar respaldado por unos fundamentos sólidos. Los mercados esperan ahora con atención las próximas declaraciones del BCE, que podrían dar alguna señal sobre los tiempos de una posible relajación monetaria. Sin embargo, con la inflación alemana repuntando y los precios de la energía amenazando con volver a subir en invierno, el margen de maniobra de Fráncfort sigue siendo muy limitado.
En definitiva, el EUR/USD continúa atrapado en un escenario de debilidad, afectado por factores globales y locales que pesan sobre la confianza de los inversores. La inflación alemana añade más presión a un BCE que intenta ganar tiempo mientras evalúa los riesgos de una recesión. Para los traders, la clave estará en seguir de cerca los datos macroeconómicos y las señales de los bancos centrales, en un mercado que, de momento, sigue premiando al dólar como claro ganador.

